sábado, 26 de octubre de 2013

Mi primera sesión de presoterapia

No, esto no se va a convertir en un blog de belleza (entre otras cosas, porque no tengo ni idea de potingues, sólo sé hacerme bien la raya del ojo). Pero sí me apetece contar mi experiencia de primeriza en este mundillo.

Hace unos días participé en un concurso de Facebook organizado por un salón de estética cercano a mi casa, donde sorteaban una pedicura. Me tocó, fui a hacer la pedicura, y me convertí en clienta. Pedí un bono de presoterapia por dos motivos:

- Por curiosidad.

- Para ver si, entre la presoterapia y el gimnasio, me animo a comer bien y pierdo unas toneladas unos kilitos que me sobran.

Hoy por la mañana me presenté allí. Los pasos que realizaron fueron los siguientes:

1.- Masaje masoquista: 
Me hicieron un masaje en las piernas y la barriga con un cepillo con púas de madera. Vale, las púas terminan en bolita. Pero si tienes mala circulación (como es mi caso), duele más que parir. Bueno, esto último no lo sé, sólo estaba exagerando.

2.- Máquina infernal: 
O como le llaman ellas, plataforma vibratoria. Te dan un pantalón de papel, y te colocas en la máquina de pie, agarrando las asas. La postura correcta es con las piernas un poco flexionadas, la pelvis hacia adelante, y apretando el culete y la barriga. Diez minutos de vibración, y te sientes como si acabaras de correr la maratón de San Silvestre. Yo que pensaba que consistía en subirse, temblequear y ya está, y me bajé del aparato ese sudando como un cochinillo.

3.- Tensiómetro gigante:
Después te tumbas en una camilla, y te envuelven en unas botas de astronauta que llegan hasta debajo del pecho. Estás media hora tumbada mientras el traje espacial te comprime hasta las entrañas, como si te estuvieran tomando la tensión a lo largo de todo tu ser.

Resultados: llevo sólo una sesión, no seáis ansias. Pero llegué a casa y, totalmente concienciada con la causa, me tomé una infusión de cola de caballo y me puse a bailar zumba por el pasillo mientras pasaba la fregona.

¿Repetiré? A pesar de todo lo que acabo de contar, sí voy a repetir. En primer lugar, porque tengo un bono de 8 sesiones. Y en segundo lugar, porque soy una exagerada y en realidad la tortura china que os acabo de contar no es para tanto. ¡Y quiero ver resultados! En realidad lo ideal sería hacer 2 sesiones a la semana, pero por falta de tiempo yo sólo puedo hacer una. Si me cuido, yo creo que algo voy a conseguir.


miércoles, 23 de octubre de 2013

Estoy de vuelta, muy cansada, y un poco más sabia

Parece que ya pasó una semana desde que me marché a Tarragona a hacer el curso. El tiempo se me pasó volando, y al mismo tiempo vivimos muchas cosas en tan sólo tres días, como un pequeño Gran Hermano (como dijo A., en "Tarragona todo se magnifica").

Día 0: El viaje de ida

Los tres compañeros que decidimos realizar el curso quedamos, con nuestras maletas, muchos nervios y mucha ilusión, en la ciudad donde viven ellos para salir en coche desde allí. Mi madredepacienciainfinita madrugó conmigo y me acercó.
Tras muchos kilómetros, paramos a comer en el área de servicio de un pueblo que se llamaba nosequé del Páramo.
Por la tarde - noche, los chicos necesitaban un estanco. Paramos en Quinto (Zaragoza). La chica del estanco le dijo a otra que ya tenía que cerrar, que es jueves, y ya se sabe lo que pasa los jueves. Nos quedamos con las ganas de saber qué pasa los jueves en Quinto.
Llegamos a Tarragona a las 11 de la noche o así. Como los del hotel estaban avisados de nuestra llegada, buscamos un sitio para cenar antes de buscar el hotel. Acabamos en un McDonalds. A mi amigo A. le entró la risa, porque quería pedir un McPollo y en el cartel ponía McPollastre, algo lógico cuando en catalán se llama así (pero tengo que reconocer que a mí pollastre también me parece una palabra supergraciosa, por supuesto dentro del respeto al idioma).
Donde yo vivo, si pides un McMenú y no especificas nada, te ponen el pequeño. En Tarragona me pusieron el grande, seguramente pensaron "esta chica debe de ser de buen comer", o me vieron cara de hambre.
Llegamos al hotel, y subimos a nuestra acogedora habitación con tres camitas. Me tocó la supletoria (ellos fueron más rápidos en poner sus mochilas encima de sus camas), pero era muy cómoda. Qué maravilla, hace calor y puedo dormir con la sábana sola. Dormí como un bebé.


Día 1: El curso y la gente

Suena mi despertador ("Good morning, papapapapapapapapa good morning"). Me levanto yo primero para ducharme con calma y terminar de prepararme mientras los demás se duchan. Tengo la suerte de que el lavabo está fuera del baño y puedo maquillarme sin perder el tiempo.
Bajamos a desayunar. Redescubro el maravilloso sabor del pà amb tomàquet. Desayuno como una reina. 
Bajamos al curso, recogemos nuestra carpeta y acreditaciones y entramos.
Al principio nos dieron un montón de teoría, pero necesaria. Yo escuchaba con los ojos muy abiertos. A nuestro lado se sentó una chica encantadora, ya se quedó con nosotros el resto de los días, diciendo que los gallegos la adoptamos. Más maja.
Salimos a comer con nuestra nueva amiga, y se nos unió más gente, otro chico y otra chica. Nos fuimos a un chino.
Por la tarde, además de la teoría, hicimos una pequeña práctica, tanto en el papel de pacientes como en el de terapeutas. Salimos encantados.
Por la noche salimos a cenar por el centro, y nos volvimos a encontrar con los amigos del mediodía. Acabamos en una terracita en la plaza del Ayuntamiento, cenando la mar de a gusto, y creando un grupo de Whatsapp para seguir diciendo burradas aun sin vernos. Es genial la conexión que estamos creando con gente de todo el país, y lo bien que nos llevamos todos.
Volvemos al hotel a las 2 de la mañana. 


Día 2: Seguimos aprendiendo

Good morning, papapapapapapapapa good morning. Me levanto zombi. Desayuno zombi. En el curso (que continúa siendo muy interesante) tengo tanto sueño que me bizquea un ojo, pero sigo prestando el 100% de atención.
Vamos a comer a un sitio de menú. Rompo mi abstinencia de cafeína de más de dos años tomándome un café con leche clarito, rezando para que no me provoque taquicardia.
El café me sienta de cine. La tarde la dedicamos a la práctica pura y dura, como terapeuta, como paciente y como observador. Una experiencia alucinante.
En la habitación hace calor, en el curso ponen el aire y hace frío, en los descansos bajamos a la puerta y hace calor... Parecemos un anuncio de Actimel. 
Quedamos para cenar con nuestros amigos, pero acabamos siendo un grupo grande de gente que se nos fue uniendo. Vamos a la terraza de un italiano, y luego a la plaza del Ayuntamiento a tomar un mojito de fresa. Es maravilloso poder estar de noche en la calle con manga corta y una rebequita fina.
Algunas de las chicas hablaban catalán entre ellas, y yo las escuchaba atentamente para ver cuántas cosas entendía (al fin y al cabo, el gallego y el catalán son primos hermanos). Cuando se daban cuenta de que había gente de otros sitios, cambiaban al castellano. Yo siempre les decía que no se preocuparan, que de hecho me gusta oír hablar en catalán, pero seguían en castellano.
Volvemos al hotel a las 2 de la mañana. Otra vez.


Día 3: La despedida

Good morning, papapapapapapapapa good morning. Abandono mi querido Colacao para desayunar un café que me devuelve la vida y el alma.
Seguimos aprendiendo un montón, estoy convencida de que este curso me va a ser muy útil.
Vamos a comer a una bocatería con un montón de compañeros del curso.
Por la tarde, de nuevo práctica. Vuelve a ser alucinante, todo lo que diga es poco.
Empiezan las despedidas. La gente tiene que coger buses, trenes y aviones, y nos despedimos de ellos en la puerta, no sin antes ponernos a recopilar emails y whatsapps como locos. Creamos otro grupo.
Uno de nuestros amigos se queda, y nos vamos a cenar con él después de dormir una mega siesta tardía.
Tras cenar, vamos a dar una vuelta por la cuidad. Vemos las ruinas romanas, la catedral (llegamos a tiempo de ver cómo recogían los puestos del mercado medieval, qué pena), y toda la zona vieja. Acabamos, cómo no, tomándonos un mojito de fresa.
Esta vez no llegamos a las 2 de la mañana. Llegamos a la 1.
En el baño del hotel había UNA CUCARACHA DEL TAMAÑO DE WISCONSIN. Empecé a dar vueltas por la habitación dando grititos y saltitos, y A. la pisó. Varias veces. La cucaracha ya no puede caminar.


Día 4: El viaje de vuelta

Good morning, papapapapapapapapa good morning. Los restos mortales de la cucaracha continuán ahí. Desayunamos, un poco melancólicos, en el comedor vacío. Espidifen con Colacao.
Paramos en Zaragoza, compramos unos bocatas y seguimos.
Duermo una minisiesta, y cuando me despierto vamos por Madrid. WTF.
Paramos en Madrid a comer los bocatas a las 5 de la tarde. Alguien debería decirles a los que diseñan las áreas de descanso que la mitad de la población no podemos hacer ciertas cosas en un árbol o contra un muro.
En León empezamos a ver nubes oscuras. Mi madre me advierte que en Galicia hay alerta por viento y lluvias.
Uno de nuestros amigos, que volvió a casa en avión, nos manda fotos desde la playa. 
A medida que nos acercamos a la línea del mapa, parece que estamos entrando en Mordor. Al cambiar de comunidad, empieza a llover.
Los últimos kilómetros son horrorosos, llueve tanto que no se ve la carretera. Me vuelve a doler la cabeza.
Llegamos. Ellos ya pueden ir a descansar a sus casas. A mí me recoge mi madre y aún nos quedan 80 km.
Me da la migraña fuerte. Llego a casa a las 11:30, me tomo otro Espidifen (mi gran amigo fiel), me meto en cama y, tras dedicar mi último pensamiento del día al curso y a mis nuevos amigos, me quedo dormida.


Reflexión: 

Repasando todo lo que me enseñó este curso, se me ocurrió la comparación con un tren:

- En la carrera me enseñaron qué es un tren, para qué sirve, y cómo se viaja en él.

- En el trabajo que tuve, fui pasajera en un tren que daba vueltas y no me llevaba a ningún destino.

- Los últimos meses estuve en la estación, buscando el tren adecuado.

- En este curso me están enseñando a pilotar trenes. Cuando realice el segundo nivel del curso, podré manejar un tren yo sola.

- Algún día, no muy lejano, voy a tener mi propio tren, lo voy a conducir yo, y va a llegar tan lejos como yo quiera.


Reflexión final: 

Hoy cené pà amb tomàquet. ¡Qué cosa más rica!



miércoles, 16 de octubre de 2013

Era una chica muy mona, aaaah, que se fue a Tarragonaaaa

Pues eso, que mañana madrugo un montón y parto rumbo a Tarragona para hacer un curso muy importante para mi profesión. Van a ser tres días muy intensos, así que andaré desaparecida de estos lares. ¡A la vuelta voy a tener muchos blogs que leer!

Va a ser la cuarta vez que visite tierras catalanas. La primera vez, fui a Port Aventura en la excursión de fin de curso de 8º de EGB (¡qué tiempos!). La segunda, un viaje exprés a Barcelona a ver el programa de Buenafuente (si alguna vez encuentro el relato que escribí de ese viaje lo pienso publicar, no tiene desperdicio). La tercera, unas vacaciones en pareja en 2008. Y ahora, un viaje de formación. ¡Voy a acabar aprendiendo catalán y todo!

domingo, 13 de octubre de 2013

Conversaciones de besugos (X)

Situación: Viernes noche, en un pub. Me retoco el pintalabios rojo en un lavabo con espejo que está fuera de los baños (¿?). 



Un chico que sale del baño: Ahí, dale al Russian Red.


Yo: Ojalá. Es Rojo Mercadona.



jueves, 10 de octubre de 2013

Duda tecnológica, informática, o llámale como quieras

Hace poco me volví a aficionar a escuchar música mientras estoy en casa. Retomé mi cuenta de Spotify y creé una cuenta llamada "música para limpiar". Empecé a meter todas las canciones con las que me apetece usar la fregona como micrófono. Mi lista fue creciendo con música muy variada (cada día añadía una o dos), conectaba los altavoces y andaba toda feliz y animada por casa, hasta que... mi amigo Spotify me dijo que se me acabaron los minutos. Listo. No hay más. Adiós cuenta.

Ayer me hice una cuenta de Grooveshark. Creé de nuevo la lista, y empecé poco a poco a añadir las mismas canciones, más otras que fui encontrando (¡¡tienen todas las de zumba!!). Cuando llevaba 43, de repente dejó de funcionar. Hay un error con esta canción. Y así con todas.

Probé a descargarme el Grooveshark Portable para no usar la versión web. Tampoco funciona. ¿Algún alma caritativa sabe por qué me da error, y cómo puedo solucionarlo?

martes, 8 de octubre de 2013

Actores que confundo

Normalmente tengo buena memoria, pero a veces estoy viendo una película y tengo que hacer un verdadero esfuerzo para acordarme del nombre de un determinado actor, ya que sólo me sale el nombre de otra persona. Éstos son los actores con los que más me pasa (o me pasaba):





- Leslie Nielsen y Steve Martin: 




A estos dos me costó añísimos diferenciarlos. Ahora sé quién es cada uno, pero el nombre de Steve Martin nunca me sale. Lo soluciono con "el del pelo blanco", que vale para los dos y normalmente la gente te entiende.

- Vi una peli de "el del pelo blanco". 
- ¿Leslie Nielsen?
- No, el otro.






- Ben Stiller y Adam Sandler: 




Estos dos se parecen lo mismo que un huevo a una castaña, pero para mí son intercambiables. Si me dices el nombre de uno y me enseñas la cara del otro, me lo creo.





- Sharon Stone, Kim Bassinger y Michelle Pfeiffer: 







No es que se parezcan demasiado, sólo en que son rubias, tienen edades similares, y triunfaron en la misma época, pero las confundiré toda la vida.




- Russell Crowe y Gerard Butler: 





Tienen un aire, no me digáis que no.




- Isla Fisher y Amy Adams: 



Podrían pasar por gemelas si no fuera por el color de ojos.




- Harrison Ford y otro actor del que ahora mismo no recuerdo el nombre, por eso no puedo buscar su foto en Google: 


En cuanto me acuerde, actualizo el post.


EDITADO: Robert Redford:


No se parecen, pero les intercambio los nombres.





EDITADO DE NUEVO: No era Robert Redford! Era Kevin Costner!






- Ryan Gosling y Ryan Reynolds: 





No se parecen, pero yo les intercambio los apellidos.




- Jennifer Garner y Rachel McAdams: 




Ahora ya no las confundo, pero antes me pasaba mucho, y eso que sólo se parecen un poco en la boca y la mandíbula.


Seguro que hay alguno más que ahora no recuerdo. ¿A alguien más le pasa?
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